Tal vez lo más bonito, autentico y reconfortante de mi viaje por Costa Rica fue el tiempo que compartí con el pueblo Bribri.
Mi objetivo y finalidad era encontrarme con ellos, compartir, contarles mi proyecto de rescatar los cuentos originales, su tradición, su lengua... Mi mayor ilusión era que me permitieran entrar en su pueblo, conocer su cultura, escucharles, entender su realidad, empatizar con su gente, desde el respeto y la humildad.
Mi sorpresa fue descubrir a un pueblo que aún viviendo en la pobreza y resistiendo a la aculturación te abre las puertas de su casa, te ofrece su comida y su corazón.
Me sorprendió mucho ver su situación, escucharles decir que su gente está perdiendo el interés por su tradición, me entristeció mucho ver a l@s niñ@s renegando de hablar su lengua natal, el bribri...
Pero mi visita no era de placer, iba a apoyarles, a escucharles, a rescatar ese tesoro tan preciado que es "la memoria viva" para después compartirlo con el resto del mundo.
Sé que es un paso muy pequeñito y que tal vez no genere el impacto que realmente quisiera...pero...la semilla ya está plantada.
Ojalá que la humanidad algún día pueda tener acceso a su memoria ancestral, para poder entender de donde viene y hacia donde va.
Ojalá que la humanidad algún día deje de construir muros y vallas.
Ojalá que algún día los humanos podamos mirarnos a los ojos y reconocernos como lo que realmente somos, piezas únicas de un mismo puzzle, todas distintas, todas procedentes de diferentes lugares, todas y cada una con su propia historia y bagaje que encajan unas con otras en perfecta armonía.
Wëstë pueblo Bribri
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